dijous, 31 de març del 2011

The grammar of death (IV)

-¿Cómo que no? ¿De verdad no me reconoce?-preguntó el hombre atropellado algo aturdido.- Yo sí le recuerdo a usted, profesor Swan, le recuerdo perfectamente.
El detective Swan se quitó un pañuelo de ropa del bolsillo y se lo pasó rápidamente por la frente para limpiar el sudor.
-¿Era usted profesor antes de venir a vivir aquí?-inquirió Jimmy.
-Pues no, no exactamente...-se negaba a confesar el detective Swan.
-Antes enseñaba Ciencias en Memphis.-soltó el hombre de repente.- Yo era uno de sus alumnos, Charles Kray.
-Oh, ¿te llamas Charles? Siento haberte dado un golpe con el coche.-se excusó Jimmy, verdaderamente arrepentido.
-¿De qué hablas?
-Te atropellé sin querer, quizá ahora no lo recuerdas.
-¿Atropellarme? ¡Por supuesto que no! ¿A caso no oíste el disparo? Alguien me disparó con una pistola mientras me dirigía a mi casa.-resumió Charles Kray.
-Claro, a eso se debe toda esta sangre.-apuntó el detective.- Deberíamos llevarte al hospital.
Unos minutos más tarde, Jimmy volvía a conducir su coche en dirección al hospital. En el asiento del copiloto,Charles Kray tenía la mirada perdida en el horizonte.
A la vuelta, Jimmy se encontraba solo y, cuando por fin regresó a su casa, todos le esperaban. Todos, incluso Ruth Miller.
La chica le estaba dirigiendo su más encantadora sonrisa al mismo tiempo que los demás volvían a sus tareas una vez comprobada la identidad del recién llegado.
-¿Puedo hablar contigo un momento, Jimmy?-le pidió Ruth.
Pero justo en aquel instante, de la otra punta de la sala alguien salía por la puerta que daba a la cocina. Antes de que su figura se perdiera en la otra habitación, Jimmy se fijó en el color del vestido: violeta.
-¿Puedes esperar un segundo, querida?
El chico ya se dirigía hacia la puerta cuando Ruth le atrapó el brazo izquierdo y le hizo girarse a mirarle:
-No, esto no puede esperar.

dimecres, 30 de març del 2011

The grammar of death (III)

Jimmy Crawford conducía tranquilo por la polvorosa carretera cuando, de repente, intentó detener el vehículo para no atropellar a una figura humana que había aparecido de entre la nada.
El hombre, todo asustado e impaciente por ver quién era la persona que había quedado bajo sus ruedas, se bajó del coche sin decir nada.
Lo primero que vio lo impactó terriblemente: un hombre tendido en el suelo no dejaba de sangrar cada vez más y más. Jimmy no supo qué hacer.
-Señor, ¿se encuentra usted bien? Lo siento muchísimo, yo... ni siquiera lo vi cruzar la calle, ha aparecido tan de golpe que ni le he visto.-se excusaba el chico una y otra vez.
-R...Ráp-intentaba decir el hombre herido.- Rápido... un... méd...
Jimmy no se lo pensó dos veces y, al comprobar que el desafortunado hombre se había desmayado, posiblemente por la alta pérdida de sangre, lo limpió con numerosos pañuelos que llevaba por si a caso en el bolsillo y lo metió en el automóvil.
De camino al hospital, Jimmy Crawford tuvo que parar en un semáforo en rojo justo en frente de la comisaría, donde un detective-policía lo identificó y, al entrever a otro hombre en el coche, le ordenó detenerlo.
-¿Señor Crawford?-preguntó el policía.
-Detective Swan, llevo a un hombre que ha perdido el conocimiento, lo atropellé hace unos minutos sin querer.
El detective Swan le hizo pasar a su consulta y juntos llevaron al hombre ensangrentado junto a ellos.

Cuando por fin consiguieron reanimarlo con la ayuda de un médico que estaba allí por casualidad, el hombre abrió lentamente los ojos hasta que habló por primera vez desde que Jimmy lo encontraba:
-¿Profesor Swan?
El supuesto detective Swan parpadeó seguidas veces, aguantando la respiración, sabiendo que todos le miraban, y dijo:
-No sé de qué me hablas.

dimarts, 29 de març del 2011

The grammar of death (II)

-¿Por qué tenía que morir en nuestra casa? Ya sólo me faltaba eso, ¡un muerto en mi propia casa!-gritaba y gritaba una y otra vez Mary Crawford, señora de la mansión.
-Tranquilízate mamá, pronto llegará la policía que interrogará a los criados, a lo mejor ellos saben algo.-le dijo su hijo Jimmy.
La señora Crawford se sentó en un sofá de piel de la sala de estar, ordenó a un criado que encendiese el fuego y se puso una mano blanca y fina sobre la sien  masajeándosela con los ojos entrecerrados.
Jimmy decidió subir otra vez a la fúnebre habitación de Jake dejando a su madre con sus extrañas preocupaciones para volver a observar el mensaje que alguien había dejado en la ventana.
ADIÓS, GENERAL
Era el mensaje que se leía, escrito con sangre, sobre el cristal de la ventana.
-¿Quién podría ser tan malvado como para querer matar a un hombre sano y fuerte que dio la vida por su país cuando más lo necesitaba?-eran las palabras que salían de los labios de la joven Laura, que tenía la vista fija en el muerto.
-Era un gran amigo, todos vamos a echarlo mucho de menos.-contestó Jimmy pasándole el brazo por los hombros.
-Deberías decírselo a su hermana, se llama Ruth Miller. Vive en una casa cerca de aquí, en la misma ciudad de Nashville.-informó Laura.
-Conozco muy bien a la señorita Miller, Laura.-repuso Jimmy.
Antes de que llegara el equipo de policías  a la gran mansion de los Crawford, Jimmy cogió uno de sus coches para ir a visitar a Ruth Miller, quien se sorprendió mucho al recibir la inesperada visita.
-Verás Ruth, no va a gustarte nada esto que voy a decirte, pero créeme que no estaría aquí si no fuera estrictamente importante.-afirmó Jimmy.
La señorita Miller, con mirada asustada, empezaba a temerse lo peor:
-Dime, ¿de qué se trata?
-Tu hermano, Jake, fue asesinado la noche pasada en su habitación.
-¿Cómo?
-Creemos que fue envenenado con arsénico. Ya sabes, tuvo que ser alguien que lo conociera, pues de otra forma no conocería la antigua costumbre de nuestro queridísimo Jake. Él siempre se tomaba un vaso de agua antes de irse a dormir.-relataba Jimmy con aire entristecido.
Ruth se había llevado una mano a la boca y aún no había dicho nada, hasta que finalmente Jimmy lo hizo por ella:
-Había una inscripción con sangre en la ventana. Jake tiene una herida en el dedo, así que casi seguro que la sangre es suya.
Jimmy y Ruth no se entretuvieron demasiado y, cuando él volvió a subirse al coche, miró por el retrovisor un momento para confirmar sus sospechas: no había sido una conversación privada. Una mujer con vestido de color violeta había estado escuchando todas sus palabras escondida detrás de la ventana que Ruth había dejado abierta.

dilluns, 28 de març del 2011

The grammar of death (I)

Corría el año 1947 en Nashville, Tennessee. La guerra había finalizado dos años atrás pero todos los seres seguían sufriendo sus consecuencias.
Jimmy Crawford tenía por aquel entoces dieciocho años, una inmensa mansión en medio del campo que había heredado de su familia y un padre muerto durante la guerra.
-¿Él no va a volver, verdad?-había preguntado Jimmy dos años antes.
Su madre lo abrazó con fuerza y le infundió ánimos a su hijo, lo único que ya le quedaba.
-El general le obligó a internarse en campo enemigo y allí le dispararon, Jimmy.-acabó por contarle la madre.
Ahora, dos años más tarde, en la mansión vivían jóvenes de la edad de Jimmy que pagaban a su madre una elevada candidad de dinero por su estancia en la casa.
Los chicos solían coger sus caballos y llevarlos hasta una pradera cerca de la vivienda para pasear por la hierba verde y bañarse en el pequeño lago en verano.
-¿Por qué no ha venido Jake con nosotros?-replicó Laura, una muchacha de pelo rubio largo y rizado.
-Llamé a la puerta de su dormitorio esta mañana y nadie contestó.-apuntó Robert, un chico alto y musculoso con la piel muy morena a causa del Sol.
-Debe de haberse qudado dormido, como siempre.-contestó Jimmy mientras desmontaba de su caballo blanco.
Pero no era así. Aquella mañana el joven Jake no había oído a Robert, ni siquiera se había quedado dormido.
Cuando los chicos llegaron de nuevo a la mansión de Jimmy y se encontraron a Jake tendido en la cama con los ojos muy abiertos y sin ningún movimiento en su pecho, el grito de Laura se oyó por todo el estado de Tennessee.