dimecres, 30 de març del 2011

The grammar of death (III)

Jimmy Crawford conducía tranquilo por la polvorosa carretera cuando, de repente, intentó detener el vehículo para no atropellar a una figura humana que había aparecido de entre la nada.
El hombre, todo asustado e impaciente por ver quién era la persona que había quedado bajo sus ruedas, se bajó del coche sin decir nada.
Lo primero que vio lo impactó terriblemente: un hombre tendido en el suelo no dejaba de sangrar cada vez más y más. Jimmy no supo qué hacer.
-Señor, ¿se encuentra usted bien? Lo siento muchísimo, yo... ni siquiera lo vi cruzar la calle, ha aparecido tan de golpe que ni le he visto.-se excusaba el chico una y otra vez.
-R...Ráp-intentaba decir el hombre herido.- Rápido... un... méd...
Jimmy no se lo pensó dos veces y, al comprobar que el desafortunado hombre se había desmayado, posiblemente por la alta pérdida de sangre, lo limpió con numerosos pañuelos que llevaba por si a caso en el bolsillo y lo metió en el automóvil.
De camino al hospital, Jimmy Crawford tuvo que parar en un semáforo en rojo justo en frente de la comisaría, donde un detective-policía lo identificó y, al entrever a otro hombre en el coche, le ordenó detenerlo.
-¿Señor Crawford?-preguntó el policía.
-Detective Swan, llevo a un hombre que ha perdido el conocimiento, lo atropellé hace unos minutos sin querer.
El detective Swan le hizo pasar a su consulta y juntos llevaron al hombre ensangrentado junto a ellos.

Cuando por fin consiguieron reanimarlo con la ayuda de un médico que estaba allí por casualidad, el hombre abrió lentamente los ojos hasta que habló por primera vez desde que Jimmy lo encontraba:
-¿Profesor Swan?
El supuesto detective Swan parpadeó seguidas veces, aguantando la respiración, sabiendo que todos le miraban, y dijo:
-No sé de qué me hablas.

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